Narcotráfico: La “Ruta de los valles” atraviesa Monteros y otros seis municipios tucumanos
La conocida como “La ruta de los valles” atraviesa la vida y la paz en siete municipios. Antecedentes y estadísticas.
Con cada vez más operativos y decomisos, el sur de Tucumán se confirma como un corredor clave en el transporte de cocaína hacia el centro y norte del país. Vecinos y autoridades advierten sobre el peligro de la expansión narco en zonas rurales.
En Monteros, en menos de un mes, se desarticularon dos bandas dedicadas al narcomenudeo, y entre ellos se secuestraron más de 300 dosis de cocaína y otras cantidades importantes de marihuana.
"Hoy estamos en boca de todos, pero hay muchos Alberdi en Tucumán", advierte Fernando Gramajo, comerciante del municipio que hace dos semanas fue intervenido por el Gobierno provincial ante presuntos vínculos entre funcionarios y el narcotráfico, al diario La Gaceta. Su reflexión no es aislada: en localidades como Tafí del Valle, Famaillá, Monteros, Simoca, Concepción, Aguilares, Graneros y La Cocha, los relatos de vecinos y las estadísticas de las fuerzas de seguridad apuntan a una misma amenaza creciente: la consolidación del narcotráfico en la región.
Los municipios del sur tucumano, atravesados por caminos rurales y rutas nacionales poco controladas, se han convertido en parte clave de la llamada “Ruta de los Valles”, un circuito de transporte de cocaína que comienza en los límites con Bolivia y atraviesa Salta y Catamarca, con destino a grandes centros urbanos como Córdoba, Mendoza y Buenos Aires, indica el informe elaborado por el periodista tucumano Gustavo Rodriguez.
El corredor narco en expansión
Según la Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico, Tucumán quintuplicó este año la cantidad de cocaína secuestrada en comparación con años anteriores. Solo en los primeros seis meses de 2025 se incautaron 603 kilos de cocaína, frente a los 325 de 2024 y los 335 de 2023. Pero los investigadores coinciden: "Es mucho más lo que pasa que lo que se encuentra".
El punto crítico está en los caminos alternativos que conectan con rutas nacionales como la 38, la 157 y la 307. Allí, los controles son escasos. Solo Colalao del Valle cuenta con un puesto policial fijo, mientras que Gendarmería realiza operativos eventuales en Las Mesadas y otras zonas clave.

Además, existe una creciente preocupación por el uso de avionetas en campos del sur tucumano para arrojar cargamentos ilegales. Los vecinos de Simoca, La Cocha y Graneros aseguran haber visto vuelos sospechosos sobre zonas no cultivadas, seguidos por el movimiento de camionetas 4x4. Pese a las denuncias, los radares instalados por Nación no cubren esos sectores, lo que permite que estas operaciones ilegales se desarrollen con impunidad.
Antecedentes y silencios
Hay antecedentes documentados. En 2018, en Monteagudo, Gendarmería halló 277 kilos de marihuana enterrados en una finca, producto de una entrega aérea del clan Paradi. Ese mismo año, en La Cocha, otros 273 kilos fueron encontrados en un camino vecinal. Sin embargo, esa causa fue archivada al determinarse que la marihuana no tenía THC, lo que encendió sospechas de un posible intercambio de carga o engaño a compradores.
Más allá de lo judicial, los testimonios de quienes viven en estas zonas rurales siguen aportando detalles que configuran una postal preocupante: avionetas, luces nocturnas, pasos alternativos por zonas sin cobertura, campos con movimientos atípicos, y una creciente red de complicidades locales que permiten al narcotráfico operar sin mayores obstáculos.
Las madres que claman y el Estado que llega tarde
Mientras los números oficiales celebran decomisos récord, en muchas localidades lo que se escucha es el clamor silencioso de las madres que piden ayuda para sus hijos atrapados por las adicciones. No hay centros de tratamiento suficientes, ni redes estatales que logren contener esta ola que afecta a las juventudes y erosiona el tejido social.
La advertencia del juez federal Alejandro Contreras en 2018 sigue resonando: "Todos los caminos conducen al sur tucumano". Lo que entonces era tráfico de marihuana hoy se transformó en cocaína, y con ello, en una red más peligrosa, más profesional y más difícil de desarticular.
El desafío ahora es político, judicial y comunitario. La intervención en Alberdi podría ser solo el principio. Lo que está en juego es mucho más que una estructura narco: es la seguridad, la salud y la esperanza de cientos de comunidades del interior tucumano.






