viernes 29 de marzo de 2024
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1 Ago 2020

Una monteriza y su marido fueron donantes de plasma para otros tucumanos

Anabel Barrera y su marido, Guillermo Brandauer hicieron un largo recorrido para poder volver a Monteros. Ambos se contagiaron de coronavirus, y tuvieron que hacer el aislamiento y control en Buenos Aires. Una vez que se recuperaron volvieron al pago y se trasformaron en los pocos donantes de plasma, para ayudar a otros tucumanos. Con su experiencia dan cuenta de la importancia de la solidaridad y de estar informados para poder salvar a otras vidas.

Si bien, la confirmación de que se habían contagiado les resultó difícil, pasado el período de aislamiento necesario volvieron a ser hisopados, el estudio arrojó el resultado que ansiaban escuchar: negativo. Habían superado la enfermedad. Entonces resolvieron emprender el regreso a casa. Volver a Monteros era lo que deseaban después de haber viajado miles de kilómetros por distintos continentes, en plena explosión de la pandemia.

En entrevista con MONTERIZOS, la pareja contó cómo vivió los primeros días de la confirmación de que el virus dejaba de ser un problema de un país, para convertirse en una pandemia, estando ellos en el exterior, luego vivir la enfermedad y finalmente poder ser donantes de plasma, para ayudar a otras personas.

Una pandemia pisándoles los talones

El matrimonio Barrera- Brandauer en marzo se encontraba viviendo en Australia, estaban trabajando y ahorrando para poder concretar el sueño de seguir viajando y conocer otros países y culturas, serían sus merecidas vacaciones.

En la segunda semana de marzo la visa de Anabel se vencía. Sabiendo esto, la pareja había resuelto tomarse unas vacaciones y el destino elegido era Japón. Sin embargo, una pandemia se interpuso en los planes, “ya para la fecha, Japón era uno de los país más complicados, nuestras familias nos decían que no les parecía que eligiéramos ese destino, pero estábamos entusiasmados, era un viaje que habíamos planeado, pero desde la aerolínea nos cancelan todo. Como mi visa se vencía, igual tenía que salir del país, así que cambiamos el destino”.

Sin embargo, aquí se presentó otra situación, Guillermo seguía  trabajando, así que la que estaba obligada a salir de Australia era Anabel, quien resuelve irse primero y toma un vuelo a la isla de Bali en Indonesia, en donde esperaría a su marido. Para luego viajar juntos a Argentina.

El matrimonio se despidió, confiado en el reencuentro. “Cuando llego a Bali, estaba todo vacío, nadie entendía bien lo que pasaba. En el hotel en el que estaba no había ningún tipo de procedimiento sanitario”. Anabel tomó contacto con otros amigos que estaban en otras partes, quienes le advirtieron que la situación se ponía cada vez peor en los otros países. Con el trascurrir de los días, la monteriza se informó que algunas fronteras comenzaban a cerrarse y conseguir boletos para Argentina sería más complicado conseguir. “Además que los pasajes de repatriación son carísimos y se deben presentar muchísimos papeles. Cuando decido irme de Bali, y llego al aeropuerto fue muy loco ver en la pantalla como los destinos se iban cancelando”. Anabel vivió días de mucha tensión y lo que más pensaba era “necesito estar en Argentina. Era mucha incertidumbre”.

La joven consiguió finalmente, después de tener algunas escalas, volver al país. Lugar en donde pudo reencontrase con su marido. “Cuando llegué a Buenos Aires, el 18 de marzo, no estaban haciendo ningún control en Ezeiza”. Anabel fue directo a la casa de su suegra, allí  esperó a Guillermo, que llegó dos días después desde el exterior, es decir el 20 de marzo, día que inició en Argentina el aislamiento social, preventivo y obligatorio.

Si bien, no fue lo planeado, ambos estaban aliviados de poder estar en Argentina cuando todo parecía colapsar. Estaban juntos y en casa.

Vivir con coronavirus: la experiencia de Guille y Anabel

A las pocas horas del regreso a Argentina el primero que presentó los síntomas fue Guillermo, que levantó 38 y medios de temperatura. “No sabemos dónde se contagió en realidad, no podemos saber con certeza si fue en el exterior o ya en Buenos Aires” indicó Anabel.

A partir de ese momento, se contactaron con el Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME) quienes les informaron que él debía permanecer aislado, y con recomendaciones de higiene sanitaria para la familia que lo acompañaba, como también hicieron el seguimiento de las personas con las que él tomó contacto desde que llegó al país, es decir: todo el vuelo del que él formó parte, los pilotos, y también la empresa que lo trasladó hasta el domicilio de su madre, fueron advertidos y puesto en cuarentena, ante el hecho de que se desconocía dónde se había contagiado.

Guillermo recién pudo tener la confirmación de que era Covid-19, una semana después de haber tenido fiebre, tiempo de espera en el cual igual él permaneció completamente aislado. “No me sentía mal” indica Guillermo, al referirse a cómo vivió la enfermedad. “Sí era de incertidumbre. Pero no tenía molestias, además de la fiebre inicial”. “Nos preocupaba pensar si había contagiado a alguien” expresa Anabel, que ya estaba ella también infectada, pero sin saberlo. Por ese entonces solo se consideraba enfermo o en posible riesgo, si la persona tenía fiebre, no estaba considerado aún el paciente asintomático.

Guillermo pasó unos días en el hospital en donde tanto su esposa como su madre se encargaron de cuidarlo. Una situación extraña en este punto es que cinco días después del resultado de Guillermo, Anabel comenzó a experimentar la pérdida de olfato y gusto, ante esto avisó al SAME, y le indicaron que considerando que ella tuvo contacto estrecho con  un positivo de Covid, debía aislarse. Al realizarle los estudios a ella y a su suegra, con quienes ambos compartieron todo ese tiempo, la primera dio positivo y la segunda no.

El matrimonio comentó a MONTERIZOS que los tres permanecieron en completo aislamiento y que los vecinos y el portero del edificio, se acercaron para colaborarles, por si necesitaban suministros. Puesto que el tiempo obligatorio de aislamiento lo cumplieron de manera estricta.

Dona uno y se ayuda a tres. La importancia de ser donantes de plasma

“Cuando llegamos a San Miguel de Tucumán, desde Buenos Aires, tuvimos que hacer la cuarentena en un hotel de capital, en donde nos hisoparon nuevamente, el resultado fue negativo. Pero como ya habíamos tenido la enfermedad nos hicieron análisis de anticuerpos y al tenerlos, nos pidieron si podíamos donar plasma” explica Anabel.

“Sobre el plasma, no está cien por ciento confirmado de que pueda ayudar a que alguien se recupere, pero hubo muchos casos en los que personas que tienen algún tipo de problema como por ejemplo pulmonares, los ayuda a que se recupere mucho más rápido”.

Uno de los requisitos para elegir a los pacientes como donantes de plasma, es que además no tengan otra enfermedad, no formen parte del grupo de riesgo como ser adultos mayores o estar embarazada, o tener una enfermedad crónica. Todos estos requisitos, sumado a que no todos los que se enferman desarrollan luego anticuerpos, reduce drásticamente el número de personas que podrían ser donantes de plasma.

Cuando el matrimonio fue contactado por el Ministerio de Salud de Tucumán para ver si aceptaban ser donantes, ellos no dudaron. Ambos fueron en la semana a San Miguel. Anabel donó por primera vez, mientras que Guillermo lo hizo por quinta vez.

Por cada persona que dona, se puede ayudar a tres personas con coronavirus. Sin embargo, no todos los tucumanos que se infectaron y desarrollaron anticuerpos aceptan ser donantes.

“Muchas personas en Tucumán que se recuperaron y desarrollaron anticuerpos no quieren donar. Es una cuestión de ignorancia, porque piensan que por donar pueden volver a contagiarse o algunos dijeron que quieren ‘guardar’, por si algún familiar se contagia y no es así, porque no dura para siempre. Así que si se tiene la posibilidad de donar hay que hacerlo y no es que por donar te bajan las defensas y te contagias de nuevo por haber donado” reflexiona Guillermo, quien se informó con profesionales que están trabajando en el tema.

El matrimonio se siente agradecido de poder ayudar a otros, ellos saben a quienes va su sangre y cómo avanza el proceso de recuperación de esas personas. “Donar implica salvar 3 vidas, y no es ultra invasivo, porque la aguja que se emplea es más pequeña, que la que se usa para hacer donación normal de sangre. Es grato saber que pudimos ayudar a otros” concluye Anabel.

https://www.facebook.com/monterizos.com.ar/videos/955209454885352/?t=3154

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