De Los Sosa a París: Adrián Sosa ganó el Premio Braque 2023
El artista monterizo fue distinguido con el primer premio en el MUNTREF.

El artista oriundo de Los Sosa, Adrián Sosa, sigue cosechando menciones, premios a su corta pero importante carrera, que ya lo llevó por diversas parte del país y de Sudamérica.
Ayer, en el Centro de Arte Contemporáneo del Museo Nacional de la Universidad de Tres de Febrero, el nombre de Adrián resonó con fuerza, ya que fue el ganador del Premio Braque 2023, que esta vez reunió a 14 artista de todo el país. "La obra ganadora del prestigioso galardón que desde su fundación, en 1963, reúne a la vanguardia estética de la Argentina", expresaron las autoridades de MUNTREF.
"Estoy muy muy contento, todavía no puedo creer este logro". "Fue una ceremonia muy importante, con autoridades de primer nivel del arte y de la Alianza Francesa, la Embajada de Francia y de los Estados Unidos", dijo el artista a MONTERIZOS.
"Estaba compitiendo ante grandes artistas y colegas, que ya tienen una importante carrera y obtener el primer puesto fue algo increíble para mí", explicó y no ocultó su emoción
El Premio Braque, llamado así en homenaje a Georges Braque, figura emblemática de la Escuela de París, se inició en la Argentina en 1963 por propuesta de la Embajada de Francia con el objetivo de estimular la producción de los jóvenes artistas argentinos y contribuir a su formación y proyección internacional. Discontinuado en 1998, se volvió a otorgar en 2013 gracias al trabajo conjunto de la Embajada con la Universidad Nacional de Tres de Febrero y el apoyo del Instituto Francés de Argentina.
Cuando lo profundo está cerca, video-performance de dos canales con sonido abierto, 4’47”
Eugenia Garay Basualdo, curadora de la obra dijo:
"Adrián Sosa maneja una estética de lo simple de una manera muy honesta. Deja al descubierto la obviedad que se escapa a la realidad. Con sigilo, se toma el tiempo para atrapar el instante nimio de lo que lo circunda. Como se encuentra alejado del mundo apabullante, preserva el instinto en estado puro para filmar etnográficamente. Se involucra corporalmente sin buscar el impacto brutal de la acción. Produce, dirige y se adapta a recursos pobres sin rendirse ante la dificultad. Sus video-performances se anclan en el territorio y son declamatorias aunque prevalezca el silencio. Expone el entorno agreste, árido, salvaje e inhóspito sin alterarlo.
Cuando lo profundo está cerca trae hacia nosotros ráfagas de un aire ceniciento que lo invade todo. Aumenta la sensación de asfixia. Subyacen el rugido y el grito ahogado. Nos obliga a sentir el polvo atragantado en un tiempo cinematográfico corto pero interminable. Nuestra mirada se posa en el acto detenido donde, sin mencionar palabra, el artista narra.
El cemento construye y la harina alimenta. Con ambos marca grandes señales en dos rutas de Tucumán. Acarrea bolsas pesadas y vuelca las sustancias sobre el asfalto. Los autos pasan veloces e indiferentes levantando polvaredas. Sosa queda absorto a la vera del camino, hierático, declamando a través del gesto. No busca amansar el viento ni frenar la pequeña catástrofe. Solo intenta mostrar cómo el progreso mal administrado terminó siendo un dilema en una provincia rica constituida, en gran parte, por gente que vive la penuria a diario.
Como signo, señal o señalamiento, el polvo volatilizado es una recurrencia en la estética de lo simple de Sosa. No solo investiga la suspensión de las partículas en el aire y la agitación del elemento en el acto de la dispersión. Ser rehén de su propia trampa performática, envuelto en el polvo, no consiste tan solo en una experiencia ocasional, sino en visibilizar deliberadamente que tiene algo significativo para decir.