sábado 4 de octubre de 2025
Seguinos: Dólar: Oficial: $1450Blue: $1440Bolsa: $1510.6CCL: $1522.9Mayorista: $1424.5Cripto: $1520Tarjeta: $1885
4 Oct 2025

La UTN distinguió a una madre monteriza que acompañó a su hijo ciego que está a punto de recibirse

Beatriz Nieva fue reconocida por la Universidad Tecnológica Nacional por su dedicación y esfuerzo al acompañar a su hijo Andrés, un estudiante no vidente que está a punto de recibirse de programador.

Desde la primaria, Beatriz aprendió braille para ayudar a su hijo y hoy, tras años de acompañarlo en cada clase, la UTN destacó su compromiso como símbolo de inclusión y amor incondicional. Andrés, oriundo de Monteros, está a dos materias de recibirse.

En las aulas de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), una historia de esfuerzo, amor y perseverancia conmovió a toda la comunidad educativa. Andrés Nieva, un joven oriundo de Monteros, ciego desde pequeño, está a solo dos materias de recibirse de Técnico Universitario en Programación. Pero detrás de su recorrido académico hay una figura fundamental: su mamá, Beatriz Nieva, quien lo acompañó durante todo el trayecto, tomando apuntes, transcribiendo textos y siendo literalmente sus ojos dentro de la universidad.

Beatriz aprendió braille cuando su hijo cursaba la primaria, para poder ayudarlo a estudiar. Con papel manila o con hojas de dibujo —cuando los materiales eran costosos—, se sentaba a escribir y a traducir el mundo en puntos y relieves. “Él escribía en clase y yo después transcribía para que pudiera estudiar. En secundaria, armaba cuestionarios en PDF y preparaba el material para los exámenes. Siempre fue así: yo a su lado”, lo dice en una nota publicada por el diario La Gaceta.

Cuando Andrés decidió estudiar programación, su madre no dudó. Se acercó a la UTN, donde encontró un grupo comprometido con la inclusión, y juntos iniciaron una nueva etapa: clases compartidas, apuntes, grabaciones, charlas de estudio y hasta debates sobre conceptos técnicos. “Incluso a veces entendía yo algo antes que él —ríe Beatriz—, como cuando descubrimos que había dos cosas llamadas Canva: una plataforma y una herramienta”.

Para Andrés, la vocación nació en pandemia. “Yo ‘miraba’ en YouTube juegos que nunca iba a poder jugar porque eran sólo visuales. Pensé que, si estudiaba, algún día podría hacer un simulador de camiones accesible para nosotros”, cuenta con entusiasmo.

Un reconocimiento inesperado

Hace unas semanas, el decano de la UTN, Rubén Egea, decidió distinguir públicamente a Beatriz. “Nos pareció importante destacar el esfuerzo y el amor de una madre. Ese fue el motor de esta historia”, señaló.

Durante el acto, Beatriz pensó que el reconocimiento era para su hijo, que llegó con traje y una sonrisa enorme. Pero al escuchar su nombre, la emoción fue colectiva. La distinción simbolizó no solo el acompañamiento de una madre, sino también el ejemplo de tantas familias que sostienen silenciosamente los sueños de sus hijos.

“Todos los padres debemos estar al lado de nuestros hijos. Eso hace la diferencia”, reflexiona Beatriz, docente y madre de cuatro. En su agradecimiento, destacó también el apoyo de los profesores de la UTN, en especial el de Alejandra Bustamante, su “cuidadora oficial” en la universidad, o como ella la llama, su “bedel”.

Una vida sin límites

Andrés creció como cualquier otro chico monterizo: trepaba árboles, jugaba con amigos y hasta andaba en bicicleta con su gato en el hombro. “Nunca lo trataron con lástima, porque siempre tuvo libertad”, dice su mamá. Hoy combina la programación con otra pasión: la locución y la grabación de sonidos.

Su historia trascendió fronteras. “Medios nacionales la compartieron y me escribieron amigos de otras provincias, incluso un chico ciego en Salta que estudia programación. Muchos me dicen que soy inspiración, aunque todavía me cuesta creerlo”, confiesa Andrés.

A pocos meses de recibirse, su meta es clara: crear videojuegos accesibles para personas no videntes. Pero la historia tiene un giro más: Beatriz también quiere seguir estudiando. “Me encantó el diseño gráfico y las herramientas digitales. Andrés me contagió esas ganas de aprender”, asegura con una sonrisa.

El decano Egea cerró el acto con una primicia: la UTN lanzará el próximo año una carrera de Diseño, Programación y Videojuegos en Tucumán. “Quizás Andrés pueda continuar aquí mismo”, anticipó.

Y así, entre madre e hijo, continúa un camino de aprendizaje compartido. “Los hijos nos superan en muchas cosas —dice Beatriz—, pero las madres tenemos que estar ahí, al lado, para que ese futuro suceda”.

¿Con quién querés compartirlo?

En esta nota:

Sigue leyendo: