Peregrinación a la Virgen del Valle: La ruta 38 se convirtió en un camino de fe y esperanza
[Fotos Gentilezas de María Luján Olivares Instagram/marialujanolivares,]
Cada año, miles de fieles se congregan en una de las manifestaciones de fe más conmovedoras, la peregrinación a la Virgen del Valle. En un acto de profunda devoción, los promesantes recorren los cientos de kilómetros que separan sus hogares con la Catedral de Catamarca.
Desde los últimos días de noviembre se puede ver a los fieles comenzar su travesía. Algunos avanzan a pie, en sillas de ruedas o bastones y bicicletas. Bajo el sol abrasador o enfrentando la lluvia, cada metro refleja una historia personal: agradecimientos por milagros concedidos, pedidos de salud, trabajo o paz, o simplemente la búsqueda de una conexión más profunda con su fe.
El trayecto está lleno de imágenes que conmueven el alma. Familias enteras avanzan juntas, compartiendo el cansancio y la esperanza. Personas solitarias caminan en silencio, llevando consigo la fuerza de sus promesas. Los más jóvenes van con energía contagiosa, mientras que los mayores, con pasos pausados avanzan firmemente.
En Monteros, como en las localidades de León Rougés, Villa Quinteros, Río Seco, y las ciudades de Concepción, Aguilares y Alberdi, las comunidades se organizan para brindar ayuda a los caminantes. Postas sanitarias ofrecen agua, atención médica y un respiro para quienes lo necesitan. La ruta 38 se llena de voluntarios que reparten comida, bebidas y palabras de aliento, convirtiéndose en un sostén para los peregrinos.
La llegada a la Basílica de Nuestra Señora del Valle en Catamarca es el momento cumbre. La emoción se desborda en lágrimas, oraciones y cánticos de gratitud. Allí, frente a la imagen de la Virgen, se cierran los ciclos de promesas hechas y se renuevan las fuerzas para seguir adelante.
Fotos Gentilezas: @marialujanolivares_