Violencia en la primera infancia: “Siempre hay que tomar como verídico el relato del niño”
En el corazón de la ciudad de Monteros, se encuentra desde hace 40 años la Escuela Maternal y de Jardines de Infantes Municipal, única institución municipal de nivel inicial de la provincia, que actualmente alberga a más de 800 niños y niñas de entre 2 y 5 años.
Desde su fundación, la institución contó con un gabinete psicopedagógico con apenas dos miembros, que hoy ya es un Equipo Interdisciplinario conformado por cuatro psicólogas, cinco fonoaudiólogas, dos trabajadoras sociales, una psicopedagoga y una nutricionista. Este equipo se encarga de asesorar y acompañar a docentes, directivos y tutores y, sin realizar diagnósticos ni terapias, concretan intervenciones familiares, derivaciones de casos particulares y charlas talleres a toda la comunidad educativa.
La Licenciada en Psicología María de los Ángeles Delgado, conocida como ‘Elita’, forma parte de la escuela desde hace 15 años y actualmente es coordinadora del Equipo Interdisciplinario del turno mañana. La profesional analizó el impacto particular que tiene la violencia en los niños y niñas de temprana edad, y contó de qué formas se enfrenta la misma desde la institución.
¿Cuáles considera que son actualmente los factores que más afectan al desarrollo de la primera infancia?
Todo lo que un niño necesita en la primera infancia parte de la estabilidad. Una familia estable no entendida como “papá, mamá y una mascota” o que sean los mismos durante toda la vida, sino estable en el sentido de que el niño sepa que tiene un grupo familiar y que hay uno o varios adultos responsables de su crianza, que sienta que está siendo cuidado y que sus necesidades básicas están siendo satisfechas.
Lo que afecta negativamente al niño es justamente la falta de esa estabilidad, que se rompe con el impacto de varios factores. Uno de los factores más sensibles para los niños es la violencia intrafamiliar entre los adultos que los crían, ya sean sus progenitores, otros familiares, e incluso en casos de familias monoparentales.
Esa violencia genera en el niño esa sensación -que es una sensación, pero es real- de inestabilidad emocional, inestabilidad en la crianza, inestabilidad en los valores, y en lo que se espera de él.
Entonces como factor único, pero del cual se pueden extraer todas las demás necesidades de los niños, está la estabilidad. Eso es lo que siempre uno trabaja con las familias: el niño tiene que saber que tiene dónde dormir, que tiene comida, que tiene abrigo, que tiene amor, alguien que lo quiere y lo acepta como es y lo respeta y valora como persona y como ser humano, lo que es fundamental en la crianza.
¿De qué forma se traslada la violencia intrafamiliar al desarrollo cognitivo y social de los niños, y cuáles son las señales que se observan?
Este tipo de situaciones siempre se nota en la conducta de los chicos, porque son muy transparentes. Se dice siempre que los chicos son esponjas y, aunque yo considero que ningún ser humano es una esponja, sí es verdad que sobre todo en la primera infancia, el ser humano es permeable a todos los estímulos buenos y malos del exterior. Y esa falta de estabilidad, la violencia, o la falta de la cobertura de las necesidades básicas, les afecta y se muestra como la punta de un iceberg en las conductas de un niño, que no son las esperadas para su edad. Pueden ser conductas agresivas, autoagresivas, de demasiada introversión, fallas en el lenguaje, o en el control de esfínteres. Cuando se descarta que sean problemas de salud física, es porque deriva de algo emocional. Eso que muestra el niño es la punta del iceberg porque debajo de todo eso está lo que está sucediendo en la familia. La familia es fundamental.
¿Podemos decir entonces que esta falta de estabilidad, afecta al desarrollo de los niños en lo social y también en lo cognitivo?
Sí, cuando hablamos de violencia intrafamiliar y violencia hacia el niño directamente, sabemos que afecta en proporciones muy grandes a la conducta y el aprendizaje, por esta permeabilidad. En el momento en el que más aprendizaje hay en la vida de un ser humano es en la primera infancia, entonces al estar expuesto a estas situaciones aprende esos modos de comportamiento social, de resolución de problemas. Si en la familia se enfrentan los problemas violentamente, el niño aprende también a relacionarse de ese modo y a vincularse desde lo violento, desde lo impulsivo.
Uno de los requisitos para el aprendizaje es la estabilidad emocional, para que el niño pueda desarrollar la capacidad de memoria y de atención, que son dispositivos básicos para aprender cosas nuevas. Si el niño está en un ambiente violento o carente de recursos básicos, aparte de que neurológicamente lo va a afectar, emocionalmente también. Con un estómago vacío nadie puede pretender que aprenda algo nuevo.
En ese sentido, la escuela recibe una partida presupuestaria para comedores, con el que se da desayuno y merienda todos los días, y almuerzo una vez por semana a cada sala. En los casos en que la trabajadora social detecta problemas muy angustiantes de la familia, por desocupación laboral o por no tener los recursos económicos suficientes, se les entrega una vianda diaria y bolsones de mercadería semanales, siempre con el consentimiento de la familia. Es una asistencia para ayudar a resolver esa necesidad básica tan importante para el desarrollo del niño que es la nutrición.
¿De qué forma trabaja el gabinete ante la detección de estas situaciones y cómo se acompaña u orienta a las familias?
Se trabaja en distintos niveles. La primera que tiene contacto con el niño es la maestra, entonces si ella detecta una conducta que no es esperada en el niño, hace la derivación al Equipo Interdisciplinario del Gabinete Psicopedagógico y nosotras determinamos qué área va a intervenir. Por separado o juntas, citamos a los tutores para entrevistarlos y hacer un dibujo de la situación familiar, ubicando al niño dentro de esa dinámica familiar particular. Hacemos una anamnesis, una historia de vida de ese niño desde el embarazo hasta el momento presente, pasando por todo su desarrollo. Ahí se detecta si hay fallas en el neurodesarrollo, si hay preexistencia de alguna enfermedad o si es algo vincular.
En caso de que sea algo conductual, no es necesario hacer derivaciones a otros profesionales fuera de la escuela, entonces hacemos intervención directamente desde la escuela con entrevistas, brindando pautas a los padres para mejorar la crianza y mejorar ese vínculo.
Hay ciertas situaciones en la que los niños, que a esta edad son absolutamente espontáneos, cuentan algo que vieron o vivieron, o incluso llegan con un moretón o un dolor evidente. Siempre hay que tomar como verídico el relato del niño. En base al relato del niño, se activa el protocolo y se realiza la denuncia. Si el niño cuenta que ha sido violentado de alguna manera por adultos en su grupo familiar, transcribimos ese relato literal del niño y derivamos el caso a los organismos municipales. Se procede de la misma forma cuando la violencia no es hacia el niño, pero él es testigo de la violencia entre adultos. Sabemos que un grave error en este tipo de casos es justamente no escuchar a los niños, no prestar atención a esas señales.
Si detectamos que hay violencia permanente hacia la mujer, que es lo más recurrente, o entre los adultos que viven en la casa (sean padres, abuelos, hermanos, tíos o algún otro tipo de familiar), tratamos de enseñarle al tutor o tutora a preservar al niño de ese ambiente. Hay veces que se puede y veces que no, porque como escuela tenemos limitaciones. Pero por eso hacemos intervenciones desde el trabajo social, derivando casos de violencia a los servicios locales de protección de la niñez y la DINAyF (Dirección de Niñez Adolescencia y Familia), trabajando en red siguiendo el protocolo de actuación que las escuelas estamos obligadas a realizar cuando detectamos situaciones de violencia hacia la mujer o al niño.
Desde el Equipo Interdisciplinario también brindamos talleres y charlas para los tutores sobre diversas temáticas que son transversales al bienestar de los niños, y las maestras también son un agente de cambio haciendo psicoeducación para hablar con los padres y madres de determinadas problemáticas cuando se identifican conductas generalizadas en el aula.
¿Cuál considera que es el rol de la sociedad en su conjunto en la protección de los derechos de los niños?
La comunidad necesita más información. Siempre la cura para todo es la información. Es como una vacuna, porque la información en todos los niveles de una comunidad, ayuda a prevenir en una etapa de prevención primaria, y también ayuda como prevención secundaria a actuar cuando ya las cosas están sucediendo. Es necesario informarle a la sociedad acerca de los deberes que tiene cada adulto como ciudadano cuando se entera de que a un niño le están vulnerando los derechos, que no recibe comida, atención o que está siendo víctima de violencia o abuso sexual, sabiendo que tenemos la obligación de denunciar y a la vez tenemos derechos que nos protegen ante la ley.