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6 Ene 2018

Desde Río Seco, llevó mil árboles y los repartió a todos en la capital tucumana

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005799415298Un “ciclón con falda” llegó esta mañana a la esquina de Chacabuco y Piedras para traer su mensaje a favor del cuidado del medioambiente.

Se trata de Aída Ponce, la tucumana del millón de árboles, que llegó desde Río Seco cargando más de mil ejemplares de distintas especies para que los tucumanos tengan un arma para defenderse frente al cambio climático.

Aída terminó de cargar dos camionetas repletas de plantines recién a las seis de la mañana. Ayer estuvo sin luz ni agua en su casa y eso demoró toda la logística que supone traer una porción de su vivero a la ciudad. Sin embargo, nada la detiene en su tarea de generar conciencia. Será tal vez porque añora las frondosas arboledas de su Mendoza  natal donde experimentó desde niña cómo con voluntad se puede convertir un desierto en un vergel.

“Desde hace mucho tiempo traigo árboles pero hace 10 años todo era distinto. Ahora los vecinos me agradecen esta acción y se desesperan porque cada vez padecen más la falta de verde y de sombra. La ciudad se convirtió en una jungla de cemento”, advierte. La situación obliga a que cada ciudadano se haga cargo de tener –como mínimo- un arbolito bien cuidado en la vereda.

“Hoy nos tocó un día de mucho calor para instalarnos en la vereda a regalar las plantas pero, por otro lado, creo que es la jornada ideal para demostrar que de alguna manera tenemos que hacer frente a las altas temperaturas”, sostiene la tucumana por adopción que llevó árboles por cada una de las provincias y también a diferentes países como un mensaje de paz entre los pueblos. Sus manos mágicas capaces de crear vida en un pequeño huevo o en recipientes reciclados le valieron el año pasado el reconocimiento del Congreso de la Nación por su incansable tarea. Es que para ella no existen las quejas y mucho menos las excusas.

“Muchos me dicen cuando les ofrezco ejemplares que no tienen lugar en la casa… chicos! El planeta es nuestro hogar y la casa más grande que tenemos. Si no tienen espacio, pueden plantar en la vereda, en una finca, en un club, en la parroquia o en la plaza del barrio. Ustedes lo ponen en un tarro y después ya van a ver que en su corazoncito van a sentir cuál es el lugar adecuado para plantarlo”.

Esa recomendación repitió una y otra vez a todos aquellos que se acercaron al stand que montó esta mañana en la vereda de la Mutual Cuna de la Independencia (Las Piedras 680), donde funciona también la Fundación Sí a la Vida que recibe todo el año tapitas plásticas para el Hospital Garrahan  -ya enviaron 42 millones- y juguetes para repartir en el Hospital del Niño Jesús en vísperas de Reyes.

Trabajar por el futuro

Bajo un sol abrasador que recuerda lo implacable que puede llegar a ser el verano tucumano, Aída pregunta “¡Gente! si ahora en el 2018 no aguantamos, ¿qué va a ser dentro de 20 años? ¿qué van a hacer mis hijos o nuestros nietos?”. Y ella misma responde que “plantar árboles es de locos pero también es de locos no hacer nada. Pero eso decreté en un arranque de locura que el 2018 es el año del planeta. Muchos me preguntan ¿por qué?. Y yo les respondo ¿por qué no?”.

Los que pasan por la vereda se contagian de su energía: el que va con paso apurado hacia el trabajo se permiten una pausa para mirar de què se trata todo esto y los automovilistas advierten en la luz verde del semáforo una señal para detenerse y llevarse un ejemplar de lapacho, fresnoparaísosiempre verde o pata de cabra que regale sombra y belleza.

Como María Eugenia Yapura, quien tomó un colectivo desde El Cadillal  para conocer personalmente a Aída y pedirle consejos para forestar el Predio Ferial donde junto a otras doce mujeres ofrece dulces regionales para sacar a sus familias adelante. “Me encanta lo que hace porque demuestra un gran amor por la naturaleza. Donde vivo, por ejemplo, están deforestando y es una gran pena porque a este ritmo nuestros niños no van a conocer el bosque nativo”, reflexionó mientras sostenía varios lapachos, moras y fresnos.

Gregorio "Goyo" Tolosa se enteró de la noticia y no dudó en avisarle a su vecina Lilianaque a media cuadra estaban regalando plantas. “La semana pasada han sacado de raíz un árbol en esta cuadra porque al dueño le molestaba. El problema es que no se realiza mantenimiento ni se reponen ejemplares; en el centro uno busca desesperado una sombra”, apuntó Liliana quien llevará un fresno a San Pedro de Colalao mientras su amigo pondrá un dólar en la cocina para que le traiga suerte en 2018. “Hay que tener plantas en todos lados porque caso contrario nos vamos a seguir inundando”, recomendó Goyo

Sebastián García pasaba de casualidad rumbo al trabajo cuando vio esta revolución verde en Las Piedras al 600.  “En mi zona hay muchos árboles añosos que se están cayendo y representan un peligro para los vecinos. Sin embargo, no sabemos cuál es el trámite para sustituirlos por ejemplares nuevos. Ahora me estoy llevando uno para reponer el de mi vereda”, contó.

Una fortuna verde

Este viernes a la madrugada cuando Aída terminó de cargar las plantas y subió a la camioneta, lloró. “Estaba muy emocionada. Este año cumplo 55, ya no soy una niña y el paso del tiempo se siente. Me cuesta mucho hacer todo esto, la espalda me duele y la cintura me pasa factura al final del día. Me estoy haciendo vieja, como todos ¿no?”, dice con sus ojos claritos que brillan aún más con el sol. “Mi fortuna es llegar y encontrarme con gente esperando su arbolito, que lo quieren llevar para su casa o regalar a un amigo. Hoy lloré como una criatura por que sentí una emoción especial, tal vez por la Navidad, el Año Nuevo o los Reyes Magos”, reveló con la mirada perdida en medio de las hojas verdes, esas que distingue una por una por su forma, color y edad.

Cuando vuelve de ese remanso, tiene las palabras justas para redondear aquello que estuvo dando vueltas este fin de año en sus pensamientos. “Tanta división entre nosotros no nos hace bien. Esta ruptura acapara la atención de los medios de comunicación y no nos queda espacio para que pensemos sobre nuestro futuro, el de nuestros hijos o de nuestros nietos. ¿Quién nos ofrece propuestas contra el Cambio Climático?. En 20 años nadie se va acordar si eras “K” o “M” más bien vamos a decir ‘qué torpes fuimos’ al no pensar en cómo dejar de demandar tanto a la Tierra”.

Fuente: El Tucumano

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